“Me siento invisible”, “mis necesidades no son importantes”, “no necesito nada ni a nadie”, “la gente me mira sin verme”, “si cuento mis cosas las van a usar en mi contra”, “necesito que me quieran”, “no tengo emociones”.
La invisibilidad en las especies
En el reino animal, algunos organismos han desarrollado estrategias de camuflaje para volverse menos visibles para los depredadores o presas. En este sentido, podríamos considerar el camuflaje como una forma de «hacerse invisible» en ciertos entornos para aumentar las posibilidades de supervivencia.
Algunas personas intentan simular esta estrategia en sus primeros años de vida, pero no suelen tener demasiado éxito. La especie humana necesita a los demás para crecer y sentir que existen. El desarrollo de la identidad y la personalidad en nuestra especie depende de la perspectiva y el estilo de cuidados que hemos recibido de niños con nuestras figuras de apego. La relación entre el apego y sentirse invisible puede estar vinculada a las experiencias emocionales y sociales que ocurren durante esa etapa del desarrollo.
Sentirse invisible y el apego
Si una persona ha experimentado un apego seguro y relaciones afectivas positivas durante la infancia, es más probable que desarrolle una autoestima saludable y una sensación de ser reconocida y valorada. En este caso, es menos probable que se sienta invisible en sus relaciones sociales.
Por otro lado, si una persona ha experimentado un apego inseguro o carencias emocionales durante la infancia, puede tener dificultades para desarrollar relaciones saludables y sentirse invisible o no valorada en sus interacciones sociales.
La falta de atención, apoyo emocional, validación y sintonía emocional de los cuidadores conduce a la negligencia, incluso cuando la intención no sea de hacer daño. Los primeros cuidadores, abrumados por sus propios conflictos y dificultades de su día a día, pueden no ser capaces de ver las verdaderas necesidades del niño/a o simplemente diferenciarlas de las suyas. La negligencia se relaciona con “la falta de”, lo que debería suceder y no sucede en una relación sana y esto puede contribuir a una sensación de invisibilidad en la vida adulta.
Ser invisible y sus consecuencias
Para Dolores Mosquera existen diferentes facetas de la invisibilidad, las clasifica de la siguiente manera:
- “La nada”. Cuando las figuras de apego no ven, no notan o no sienten a la persona que cuidan. Ocurre cuando los cuidadores se sienten abrumados por sus propios problemas, cuando la niña/o no ha sido deseado y se le siente como una carga, cuando la niña/o muestra emociones desagradables para el cuidador/a. Estos niños/as crecen con gran necesidad de ser vistos, de ser atendidos o de ser importantes para alguien. Esto los convierte en personas muy vulnerables a los “manipuladores emocionales”. Algunos terminan sufriendo abusos sexuales, apego ansioso intenso y mucha confusión con la persona que está a su lado.
- “Ceguera parcial”. Cuando las figuras de apego atienden a ciertos niveles, pero lo que se está haciendo no se ve. En muchas familias no se percibe lo que está sucediendo debido a sus propios problemas o incluso deciden mirar hacia otro lado conscientemente. Un ejemplo típico es cuando ocurre un abuso sexual dentro de la familia, los demás están alrededor pero nadie se da cuenta de lo que está sucediendo y/o no hacen nada al respecto.
- Invisibilidad como autoprotección. Ocurre cuando la niña/o intentan no ser vistos porque el entorno es peligroso. Cuanto más invisible sea para los demás, mayores serán las posibilidades de evitar el peligro y sobrevivir. Esto ocurre cuando existe un ambiente de abuso verbal y físico de la figura cuidadora hacia el niño/a.
- Invisibilidad como protección de los demás. Ocurre cuando hay muchos problemas en una familia, como enfermedades graves, pobreza u otras situaciones en las que los adultos se encuentran completamente desbordados. La niña/o intenta no ser visto y aprende a ignorar sus propias necesidades para evitar ser una carga para la familia. En esta situación los familiares tratan de estar ahí para el niño/a, pero este descubre que una forma de ayudarles es no necesitar nada y cubrir cualquier necesidad que puedan tener.
Cada una de las facetas descritas anteriormente tendrá unas consecuencias graves para el adulto o la adulta. Algunos de los efectos serán:
- Problemas de autorregulación. Sentirse invisible, no ser visto y descuidado hace que estos adultos/as hayan aprendido a desactivar las respuestas innatas como la corregulación, la regulación emocional y el autocuidado.
- Problemas para pedir ayuda. Intentar ser invisibles para evitar el maltrato produce una gran lucha interna, unas partes quieren desesperadamente ser vistas, y otras saben que no es seguro y no lo van a permitir.
- Problemas para conectar consigo mismo y con los demás. Se termina desarrollando una actitud defensiva para lidiar con la vulnerabilidad de no poder expresar las propias necesidades ni poder satisfacerlas. Algunos adultos pueden llegar a creer que no tienen emociones, o que sienten menos. Otros llegan a creer que las personas que tienen necesidades son débiles o que tenerlas son una pérdida de tiempo.
- Problemas con el autocuidado. Las víctimas de abuso emocional y negligencias graves aprenden a ignorar sus emociones y sus necesidades más básicas. Estos adultos son muy buenos presentando una fachada aparentemente normal, han aprendido que no son importantes y que deben ser ignorados, aprenden a aguantarse todo dentro, por ello, la sensación interna puede ser devastadora.
- Problemas con los límites. Ser visto por primera vez puede tener un profundo impacto en estas personas. Tienen la sensación de ser especiales y minimizan los comportamientos negativos. Terminan en relaciones abusivas a pesar de ser plenamente conscientes de que no es bueno para ellos/as. Tienden a idealizar los primeros encuentros.
- Problemas de identidad. En algunos casos las personas tratan de presentarse a los demás a través de problemas o síntomas, presentaciones antisociales en las que intentan asustar a los demás para evitar cualquier posibilidad de sufrir daño, otros con personalidad más histriónica intentan conseguir más atención por medio de los síntomas o problemas.
Conclusión
El objetivo en terapia cuando se presenta la sensación de invisibilidad es integrar aquellas partes de la personalidad que no fueron reconocidas o aceptadas por los primeros cuidadores.
Poder ver con interés, aceptación incondicional y compasión aquellas partes de uno mismo tiene un efecto muy reparador. La sensación de invisibilidad comenzará a disiparse una vez la persona adulta pueda ver y aceptar cada parte de sí misma que nunca fue vista y aceptada en su infancia.
Cada persona capitanea su barco (el “yo” central), y tiene que organizar y reconocer a su tripulación (partes de su personalidad no vistas ni reconocidas), de esta forma el barco zarpará en la dirección deseada, de lo contrario, si el/la capitán/a no pone orden ni trata bien a su tripulación, el barco permanecerá a la deriva.