En el vasto paisaje de la mente humana, existe un fenómeno intrigante y a menudo desconcertante: Los pensamientos intrusivos. Aparecen como fragmentos de sueños que emergen en la vigilia, que pueden surgir de la nada y desafiar nuestras expectativas conscientes. A menudo, se presentan como imágenes vívidas o ideas recurrentes que parecen incompatibles con nuestros valores y deseos. Aunque pueden ser perturbadores, es esencial comprender que la intrusión de estos pensamientos no está necesariamente relacionada con nuestras intenciones o deseos genuinos.
En este artículo, exploraré las causas posibles de los pensamientos intrusivos, y cómo podemos aprender a manejar y mitigar su impacto en nuestra vida diaria. A medida que desentrañamos los misterios de estos visitantes mentales no deseados, podríamos descubrir que incluso en la intrusión hay oportunidades para el crecimiento personal y el dominio de nuestra propia mente.
El origen de los pensamientos intrusivos
Los pensamientos intrusivos pueden originarse en la interacción compleja entre nuestras certezas y nuestras creencias. Por ejemplo, un objeto, una palabra o una experiencia en el entorno puede activar involuntariamente una cadena de pensamientos que se alejan de lo que estamos enfocados en ese momento.
- Nuestras creencias son ideas que asumimos como verdaderas en el transcurso de nuestro desarrollo vital, dentro de la sociedad en la que las personas somos educadas. Estas creencias pueden proceder de fuentes externas como las explicaciones culturales, es decir, ideas sobre el mundo que nos rodea y sobre las demás personas; o internas, cuando surgen del propio pensamiento, experiencia y convicciones, es decir, aquellas sobre nosotras/os mismas/os. Estas pueden ser limitantes o potenciadoras.
- Las certezas, sin embargo, son el conocimiento preciso, claro y seguro que se tiene sobre algo. Se basa en una evidencia que la persona toma para afirmar o negar algo. Por ejemplo: Nací el 23 de diciembre porque está en el registro civil de nacimientos. Las certezas se tienen que aceptar como son, porque son objetivas.
A lo largo de nuestra experiencia vital, hemos ido registrando ideas sobre el mundo, las personas y nosotras/os mismas/os. Pero este registro no ha sido exacto, sino que ha quedado teñido por las impresiones que hemos tenido en cada momento, es decir, por la manera en la que percibimos el mundo, por las gafas que hemos usado en ese momento. Esto quiere decir que, la forma que tenemos de percibir el mundo tiene que ver con nuestras experiencias a lo largo de la vida, con el aprendizaje de casa, el colegio, las instituciones, el entorno, etc. A esos registros distorsionados se les conoce como pensamientos intrusivos, disfuncionales, negativos e irracionales.
Existen muchos tipos como: catastrofismo; comparación; planteamiento del todo o nada, siempre o nunca; descalificación de lo positivo; adivinación; etiquetado; lector de mente; etc. (esto nos daría para otro artículo que subiré más adelante). Muchos de estos pensamientos distorsionados o intrusivos son los verdaderos causantes de nuestras emociones desagradables.
Afrontando los pensamientos intrusivos: Estrategias y enfoques
Aunque los pensamientos intrusivos pueden ser desconcertantes y perturbadores, existen estrategias efectivas para manejarlos y reducir su impacto en nuestra vida diaria. Algunas técnicas incluyen:
- Mindfulness: Practicar la atención plena puede ayudarnos a observar los pensamientos intrusivos sin juzgarlos ni reaccionar emocionalmente. Aprender a reconocerlos como simples eventos mentales puede disminuir su poder sobre nosotros.
- Reestructuración cognitiva:
- Identificar y cuestionar los patrones de pensamiento negativos o irracionales mediante 4 preguntas: ¿Qué ha ocurrido?, ¿Qué piensas de lo que te ha ocurrido?, ¿Qué sientes en base a lo que has pensado de lo que ha ocurrido?, y ¿Qué haces en base a lo que has pensado y has sentido?
- Someter a juicio nuestros propios pensamientos: preguntarnos si son realmente ciertos o si hay evidencia sólida detrás de ellos puede ayudar a debilitar su influencia.
- Terapia: En casos en que los pensamientos intrusivos causen un malestar significativo o interfieran en la vida diaria, buscar la ayuda de un profesional de la salud mental puede ser beneficioso. La terapia cognitivo-conductual y otras modalidades terapéuticas pueden proporcionar herramientas específicas para lidiar con estos pensamientos.
En conclusión, los pensamientos intrusivos son un recordatorio de que nuestra mente es un territorio vasto y enigmático. Aunque pueden ser perturbadores, también pueden ofrecer oportunidades para comprendernos mejor y desarrollar nuestra resiliencia mental.