A diario me encuentro en consulta con personas que buscan inspiración y motivación, que dicen haberla perdido y que esto les lleva a entrar en una espiral de desgana y angustia… No encuentran nada por lo que luchar y no saben cómo salir de ahí.
La primera pregunta que suelo hacer es ¿Cómo te hablas a ti misma/o en estos momentos de angustia? Las respuestas varían entre: «no lo se…», «me digo que soy un vago, que no hago nada bien…», «me digo que ya estoy otra vez igual y que así no voy a conseguir nada», «que soy incapaz de estar bien…» y un largo etc.
Quiero hacer una reflexión sobre el impacto que tienen estas palabras en nosotras/os mismas/os, en cómo esta autocrítica se puede volverse peligrosa sin que nos demos cuenta.
La autocrítica es una herramienta poderosa para el crecimiento personal y profesional, nos invita a reflexionar sobre nosotros mismos y nuestras acciones de manera objetiva y sincera, pero esto requiere flexibilidad y adaptabilidad para encontrar un equilibrio entre la autocrítica constructiva y el mantenimiento de una autoestima saludable, ya que una exigencia excesiva y rígida puede llevar al desgaste emocional y físico.
Es normal sentir falta de motivación o inspiración en ciertos momentos de nuestra vida, no siempre podemos dar el 100% y a veces es necesario parar para recargar energía. Pero, en lugar de castigarnos por ello, debemos ser compasivos con nosotros mismos y entender que todos pasamos por etapas en las que enfrentamos desafíos. Es natural que todos tengamos momentos de autocrítica, pero cuando esta se vuelve excesiva o negativa, puede llevar a la desmotivación y al bloqueo. Es importante recordar que somos seres imperfectos y que cometer errores es parte natural de nuestra experiencia humana. No debemos temer a equivocarnos o a cambiar nuestro enfoque si es necesario.
Cuando nos encontramos atrapados en un ciclo de autocrítica constante, nuestra autoestima puede verse afectada y podemos caer en la desmotivación y el bloqueo. En lugar de caer en la autocrítica destructiva, podemos utilizarla como una oportunidad para identificar áreas de mejora y trabajar en ellas. Al mismo tiempo, debemos recordarnos a nosotros mismos nuestras fortalezas y logros pasados para mantener nuestra autoestima en alto.
La sensación de vacío que a veces experimentamos puede ser una señal de que necesitamos cambiar nuestra perspectiva. En lugar de juzgarnos duramente por lo que no hemos logrado, debemos celebrar lo que sí hemos conseguido hasta ahora.
Recuerda que la autocrítica no debe ser un obstáculo para nuestro crecimiento, sino más bien es una oportunidad para crecer, aprender y mejorar. Acepta tus imperfecciones, aprende a abrazar tus errores como oportunidades de aprendizaje y utiliza la autocrítica como una herramienta positiva para alcanzar tus metas.
La autocrítica puede ser una aliada para el crecimiento personal si la utilizamos con compasión hacia nosotros mismos y como un medio para evolucionar hacia nuestra mejor versión. Reconozcamos nuestras fortalezas, celebremos nuestros logros y aprendamos de nuestras experiencias para seguir avanzando en nuestro camino hacia el éxito. ¡No te rindas!